[De antemano la canción adjunta no tiene por finalidad dar un mensaje. Me gustaba como sonaba pero el mensaje que aparentemente transmitia me parece que no tenia que ver con el escrito. Eso creo por lo menos]
S era una mezcla entre Don Quijote y Salvador Dalhí. Con un importante aroma a "V de Vendetta" y con un incisivo fondo de poeta español de los de sombrero de ala ancha, bigote filudo y pluma certera. Siempre tenia un verso, una referencia o una cita dispuesta a salir, ora de su manga ora de su coleta. Otrora descabalgábase por su estilizada e inseparable perilla.
Su figura espigada albergaba un extraño germen de genialidad en cuyo núcleo (unas veces sublimado y otras no tanto aunque siempre virtuoso) servia de motor primero una especie de cenit de rabia o puede que un odio vetusto.
No me atrevo a aventurarme en una predicción hipotética de cuales serán sus pasos. Lo cierto es que en su día me pareció imbatible. Y esta palabra resulta tan vaga como trascendente.
Algún día llegué a pensar que tenía tantas virtudes y defectos potenciales como las estrellas.
Sigo pensando sin embargo que un fuego ¿oscuro? con una extraña combustión eran lo que forjaban su esencia más personal.
Detengo mi reflexión porque creo que se desviaba demasiado (sorprendiéndome incluso a mi) de aquello que estaría dispuesto a admitir. Demasiada hilarancia por el momento y por parte mía.
Jaime y yo nos sentamos con sendas guitarras frente a unas cocheras de persiana metálica. Creo que esperábamos a un amigo de él. Cuando lo encontramos por primera vez creo que fue en una calle de Malasaña que luego he seguido frecuentando con periodicidad.
Alguien dejó un bote sobre un pilote de hierro
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